domingo, 12 de mayo de 2013

Niños cariñosos y responsables, sin cachetes ni castigos.....


Educar sin estrés para formar niños/as cariñosos y responsables, sin cachetes, castigos ni sobornos …¿utopía? ¿imposible? Yo creo que no.

Siguiendo el último libro que he leído de Judy Arnall, basándome en sus escritos os voy a plantear lo siguiente para que nos ayude a todos a reflexionar sobre nuestro estilo de crianza; un estilo que muchas veces viene marcado más por cómo nos han educado a nosotros en vez de una reflexión consciente sobre cómo nos gustaría educar.

Os planteo la siguiente situación real: Un día, un niño llamado Juan se llevó a su gato al parque, para que no se escapase le puso una correa. Mientras Juan jugaba el gato se enredó y se hizo daño. El niño tenía miedo de decir a sus padres lo que había pasado. Estos cuando lo descubrieron creyeron que deberían “enseñarle” entonces le dejaron una semana sin televisión. Juan se sintió mal y aprendió algo: 1. A mentir si tenía un problema, y 2. Si se salía con la suya no le castigaban. Aprendió también que no debía atar al gato, pero no aprendió por qué.

¿Realmente funcionan los castigos? ¿A quién satisface el castigo? ¿Por qué seguimos castigando cuando vemos que no funciona? ¿Hay otras maneras de educar en la responsabilidad?

En mi opinión, muchas veces los castigos son más útiles para quienes lo imponen que para que quienes lo reciben; alivian el sentimiento de frustración de los padres, además de perjudicar seriamente la relación con los hijos/as. Un ejemplo, para ver la analogía y devolver a los niños/as la valía de un adulto es intentar “educar a la pareja a base de castigos” Imagina que tú pareja deja todos los días la toalla mojada encima de la cama, en vez de explicarle que eso molesta para la convivencia y que “por ti” debería dejarla secando, coges y le asignas “un castigo adecuado” se la metes dentro de la bañera. ( Es una exageración, pero entendéis como funcionamos a veces con los niños/as) Eso estropearía vuestra relación, incluso podría ser causa de divorcio…

La relación con los hijos/as es igual, con esto no quiero decir que no haya que poner límites, pero que sean razonables y respetuosos. En mi opinión los “castigos” solos impiden el proceso de aprendizaje, los niños/as se sumergen en el dolor y lo único que aprenden es que no pueden comunicarse con sus padres.

Hay una analogía del libro Kids, parents and Power Struggles de Mary Sheddy Kurkcinka: Piensa en tú hijo como en una olla hirviendo en un fogón, sus sentimientos son la llama que hacer hervir el agua, y el agua hirviendo y saliendo de la olla es su comportamiento. Suba el fuego (incremente sentimientos negativos) e incrementará el comportamiento. Tape la olla (castigue) y evitará que el agua salga de la olla –durante un rato; pero si el fuego (los sentimientos no son atendidos) todo explotará. Poner la tapa es una medida temporal, atender al fuego, a los sentimientos /necesidades que subyacen al comportamiento los harán detenerse de forma definitiva. 

La buena disciplina permite a los padres/madres determinar qué necesidades no están cubiertas y reconocer sentimientos, ayudar a nuestros/as niños/as a buscar formas aceptables de satisfacerlas. Así los niños/as aprenden a identificarlas y a tratarlas sin herir a los demás.



Arnall Judy (2007) Educar sin estrés

Este es un tema controvertido, soy consciente, por eso es bueno para el debate y la reflexión. Hay muchas cosas que podemos hacer como padres/madres, cuando sentimos la necesidad de hacer algo…un simple abrazo..puede ser más eficaz que un castigo. ¿Qué opináis? 

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